"No midas tu riqueza por el dinero que tienes o atesoras, mide tu riqueza por aquellas cosas que no cambiarias por dinero."

miércoles, 12 de octubre de 2011

Amor sin imposibles

El azúcar de Las Tunas es la recompensa al quehacer de Magalys Chacón Gallego, una mujer que ha dedicado más de 25 años de su vida al tiro de caña como chofer de un camión de carga.
Esta chaparrera tiene resultados de trabajo que cualquier hombre envidiaría. “He quedado como mejor chofer de Zil 130 siendo yo mujer, es un éxito porque ¿cuántos choferes hay en la provincia? Me siento tan feliz con mi sueño realizado, es algo que me da ánimo, deseo de luchar, por lo menos yo soy así, todos los días realizo con más amor mi trabajo”
Por su desempeño como conductora mereció la condición de Vanguardia Nacional por 15 años. Además de ser seleccionada como: Diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento) y al Comité Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).
“Nunca lo imaginé y menos tener en la mano una llave para arreglar un camión, para eso hay que entregarse como lo he hecho yo”;  evoca su infancia tranquila en el poblado de Los Hoyos, al sur del municipio de Jesús Menéndez. Recuerda a su padre que por muchos años también tiró caña pero con bueyes y a su mamá que siempre insistió para que sus hijas estudiaran.
 “Yo me hice el  firme propósito de manejar un camión; para ese entonces, el papá de mi hija era chofer y me dediqué a ver lo que él hacía y aprendí. Después me facilitaron uno de la base de transporte automotor para entrenarme y así en el año 1986, me hice chofer.”  
Esa alegría le costó muchos sacrificios a esta transgresora que asumió un empleo no tradicional para la mujer: “El compañero que estaba examinando dijo: ‘que me iba a llevar contra la pared, que nunca había examinado ninguna mujer para chofer de camión, ¿quien había visto a alguien como yo tirando caña?’ Tuve que hacer el práctico 6 veces, pero tanto va el cántaro a la fuente hasta que revienta…después supo de mis éxitos y me mandó a pedir disculpas”.
A más de dos décadas frente al volante, nunca ha tenido accidentes de tránsito: otro mérito que la llena de orgullo. Con la sonrisa en los labios viaja en el tiempo, a su primera zafra: “Me pasé un mes movilizada en Majibacoa[1], de ahí me trasladaron para Manatí[2] y me pasé unos cuantos días. Fue difícil porque nunca me había separado de mi familia. Además, jamás necesité un albergue, me bañaba detrás de la cama del camión y en él dormía.”
Para ese entonces, Magalys no imaginaba la mala noticia que le aguardaba y aunque en Cuba existen disposiciones que protegen a las mujeres para desempeñarse en cualquier puesto laboral…“Me quitaron el camión por el machismo, fue un momento muy triste para mí y lloré como si se me hubiera muerto un familiar. Yo hice la primera zafra, había logrado alcanzar el tercer lugar en la base de transporte automotor en el tiro de caña, con todo y eso me lo quitaron, dijeron que yo era mujer y era contrato”.
Fue Blanca Rueda[3], para esa época Secretaria General de la FMC en el territorio, quien logró que se le restituyera su derecho. El transporte que tenía Magalys se iba a declarar fuera de servicio por las pésimas condiciones técnicas y gracias a las madrugadas que le dedicaron un mecánico del taller y ella, se completó la reparación para la zafra.
Se mira las manos como quien ve todavía los repetidos golpes de aquellas jornadas. “Trabajar entre tantos hombres es súper difícil. Al inicio, cuando yo empecé, pensaban que jamás iba a lograrlo, y si era cuando cogía el primer lugar…se ponían muy bravos…me decían: ‘¿Tú no te enfermas? ¿A ti no te duele nada?’ Cuando llegaron los remolques decían que no daba, y lo hago con más facilidad que muchos compañeros de mayor experiencia. Lo mismo pasó con el tiro de áridos, decían que no podía y ahí he estado con el mismo espíritu de siempre y entre los primeros lugares.”
Cuenta también, que algunos hombres han intentado impedirle el paso en empresas. Algo así le ocurrió en la vecina provincia de Holguín.
 “Me tocó entrar y el compañero que estaba allí no me lo permitió porque estaba prohibido el acceso de mujeres, si soy la chofer, ¿cómo no voy a entrar? Él se negó y tuvieron que venir de la dirección de la empresa. Al final me dieron la razón, incluso le pregunté que cómo a estas alturas de la Revolución iba a suceder eso, yo soy chofer profesional y donde quiera que entre el camión tengo que hacerlo yo. Logramos vencer, entré y cargué”.

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