"No midas tu riqueza por el dinero que tienes o atesoras, mide tu riqueza por aquellas cosas que no cambiarias por dinero."

viernes, 25 de noviembre de 2011

Sin mirar atrás



“Tico, tico, tico…”, repite Tina como música para las aves de corral que la rodean inmediatamente en espera del alimento.
“Tico, tico, tico…” La voz de esta productora despunta el día y anuncia una jornada de fuerte quehacer en la tierra.
En menos de tres meses, Editinia Victoria Arnedo Almaguer, más conocida por Tina, le entregó a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) “José Manuel Rodríguez” quinientos huevos de gallinas para la comercialización.
El amor a la tierra, a la cooperativa y a la Revolución la acompaña siempre. Cuenta que fue su mamá quien le inculcó esos valores; su madre que se convirtió en una de las fundadoras de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) “Justo Bruzón”, la primera de su tipo en el municipio y en Las Tunas.
Oriunda de Sacatierras, al norte del territorio, Tina recuerda los inicios del movimiento cooperativista y sus quehaceres como activista, cuando trabajaba en la tienda de víveres del poblado. Se mantuvo en el sector del comercio tras mudarse para Chaparra y asumió luego otras responsabilidades en el centro telefónico y en el taller textil.
Al poco tiempo de radicar en la cabecera municipal, la designan jefa de una brigada de hombres en el corte de caña. Para esta mujer no existen límites cuando se trata de hacer por el desarrollo de su pueblo.
El primer secretario del Partido tuvo la idea de buscar mujeres que dirigieran unas brigadas cañeras. Yo era una federada muy dispuesta y me seleccionaron. Me fui para Las Tapas. Dormía en el albergue con los compañeros y todos me respetaban; nunca nadie de la brigada se metió conmigo.
Sus ojos desbordan la emoción de esa época, el fervor de la primera década de la Revolución. Recuerda sus peripecias en los terrenos cañeros del norte… Me levantaba a las tres de la madrugada y salía para el campo porque había que tirar la caña y yo la contabilizaba. (…) La  brigada tuvo buenísimos resultados, estuvimos la zafra completa allí. Era soltera y me consagré a la tarea, mi familia era la que iba a verme.
Continúa su viaje en el tiempo, pero esta vez rememora la época como militante de la Unión de Jóvenes Comunistas, cuando participó como delegada en el III Congreso de la organización juvenil. Dos años más tarde, en 1978, representó a Cuba en el XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes con sede en La Habana.
Como Directora del Taller Textil “Tania la Guerrillera”, logró que su establecimiento se convirtiera en Vanguardia Nacional y estuviera entre los mejores de la provincia. Pasaba tres días en el taller haciendo esfuerzo porque siempre me gustó ir al frente. No podía tener a las obreras trabajando y yo en la casa durmiendo, eso no está en mí. Agradece a la esposa de uno de sus hijos que se quedaba en la casa y se encargaba de las labores domésticas.
Recuerdo que hubo un año, en que había caído mucha lluvia y la caña se estaba echando a perder en Las Marías, hubo una movilización grande. Era día de las madres, nos convocaron y fuimos, llevamos un cake para celebrar en el campo. Sacamos caña del fango y picamos también. Allí mismo le cortamos el cake a las trabajadoras.
Tina se mantuvo al frente del taller desde el año 1985 hasta el 1998. Tras la muerte de su madre, a quien admiraba mucho, pidió la jubilación. Poco después se abría otra etapa en su vida.
Mi esposo también se jubiló y nos fuimos a trabajar nuestra parcela. Ubicada en El Cenicero, a las afueras de la cabecera municipal, la tierra que cultivan en la actualidad dista mucho de la que vieron en aquel entonces. Cuando llegamos, todo estaba con mucha maleza, algo abandonado, pero poco a poco, fuimos haciendo con nuestras manos lo que tenemos hoy.
Otro momento que marcó su vida fue el embate del huracán Ike, el fenómeno climatológico más devastador que azotó al territorio, dejando tras de sí cerca del ochenta por ciento del fondo habitacional afectado y casi la totalidad de las plantaciones en el piso. Para esta familia significó comenzar de nuevo.
Cuando pasó el ciclón y llegamos aquí, me dijo mi esposo: “vámonos pa´ atrás”. Estaban todas las matas en el suelo, los plátanos, los árboles, todo era un fanguero horrible. Yo le respondí: “aquí lo que hay es que seguir, pa´ atrás ni para coger impulso”. Y aquí estamos.
Hace cinco años que se establecieron en El Cenicero y ya destacan por las producciones de plátano, yuca, entre otros cultivos. Tenemos 180 matas de guayaba, además de gallinas, guanajos y puercos. Todo se le vende al Estado. ¡Aquí lo que hay es que trabajar!
Esas tierras sirvieron de laboratorio para el Centro Universitario Municipal “Jesús Menéndez” y allí se cosecharon 67 variedades de frijoles con el objetivo de determinar los que mejor se adaptan a las condiciones del suelo y el clima nuestro, uno de territorios más secos del país en los últimos diez años.
Hoy Tina no recuerda con exactitud la cantidad de huevos que ha entregado a la cooperativa en este último año, hace tiempo que sobrepasó los 1000; sin embargo, asegura sonriente: Es poco, yo soy ambiciosa para las metas, me gusta cumplir metas grandes y representativas. Ha ido disminuyendo la cantidad de gallinas hasta llegar a dieciséis, porque quiere incrementar la cría de pavos criollos, más conocidos como guanajos.
En esta mujer se funden la experiencia y la energía. Se define como un motor impulsor para el trabajo en la tierra porque lo de campesina le viene en la sangre y en su parcela, confiesa que es feliz.
El trabajo en el campo no es difícil. Las mujeres somos muy capaces, más que los hombres, ellos son más cobardes para enfrentarse a cualquier tarea. La mujer atiende el hogar, los hijos, los nietos, el esposo, atiende la Federación, los CDR, cumple con el trabajo y con las tareas colaterales que le da el Partido y la Revolución, y lo hace contenta, lo disfruta, al menos yo soy así. He consagrado mi vida a eso. A mis hijos y a mis nietos también los he guiado para que cumplan con su Patria.
La casa de esta campesina se convierte de vez en cuando en un hervidero de productores que van en busca de semillas, de consejos o de la compañía de Tina. Según algunos tiene el corazón tan grande como la ceiba ancestral y gigantesca que crece en el centro de su patio y que ni el huracán Ike pudo derribar.
Para mí no hay imposibles, dice mientras sonríe satisfecha y añade a modo de consejo, aprende tú.

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